Siglo XVIII, grandes cambios enfrenta la
sociedad y los pueblos. El sistema capitalista con su revolución
industrial inglesa comienza a imponerse sobre la caduca feudalidad y las
monarquías absolutas defensoras del antiguo
régimen. Europa comenzaba a remecerse con las ideas de la libertad y
todas las mirabas apuntaban a Francia. El país galo representaba las
profundas contradicciones de una vieja sociedad en crisis a punto de
estallar. Pero no será sencillo: el baluarte del absolutismo europeo se
defenderá con uñas y dientes; ríos de sangre correrán. Pero la historia
ya había dado su veredicto: el pueblo francés, las masas humildes,
harían la revolución y los burgueses se apoderarían de los frutos de
ella. Es así como se inicia esta revolución.
A fines del siglo XVIII, una fuerte crisis económica sacudía a Francia, una sequía agrícola (1787-1788) traía hambruna en la población campesina. Las tierras no producían lo suficiente y peor aún, las finanzas públicas estaban en rojo, las deudas que la monarquía absoluta de los borbones tenían era tremenda. El comercio paralizado. El tremendo derroche de los gobiernos anteriores -principalmente el de Luis XIV- comenzaba a pasar la factura. Los impuestos cobrados al pueblo no alcanzaba para pagar la deuda y la producción industrial no podía levantarse. Francia, en conclusión, soportaba una fuerte crisis y el pueblo comenzaba a perder la paciencia. En el palacio de Versalles se vivía otra realidad: el lujo y derroche era una cachetada a la pobreza del pueblo francés. Sin embargo, ya la monarquía absoluta de Luis XVI veía con preocupación el asunto, pero se sentía lo bastante segura como para pensar que alguien quisiera tirarse abajo el régimen. Bastaba con algunas reformas económicas y las cosas volverían a la "normalidad".
El rey convoca a los ESTADOS GENERALES en 1789 para discutir y dar solución a la fuerte crisis económica francesa. A ella acuden delegados de los llamados tres Estados: el clero, la nobleza y el Estado llano o TERCER ESTADO, compuesto por los sectores populares: campesinos, obreros, artesanos e incluida la burguesía, más del 95% de la pobación francesa. Pero como es de suponer sólo los miembros de la burguesía acudirán en representación del Estado llano. La representación electoral consignaba sólamente a quienes tenían propiedades. Se debate arduamente y no hay solución. El ministro Necquer propone alza de impuestos pero ni el clero ni la nobleza aceptan. Se entrampan en las votaciones y no hay resultado. El Estado llano protesta, desconoce la reunión y sesiona por su cuenta en el salón del "juego de la pelota" del palacio de Versalles. El rey manda tropas a sacarlos de ahí pero los burgueses "juramentan" no separarse hasta no ver en Francia una constitución política y constituyen una ASAMBLEA NACIONAL. Primera clarinada de alerta al rey. La burguesía quiere leyes y peleará, con el apoyo del pueblo, hasta conseguirlo
El rey cede y envía a los miembros del clero y la nobleza a esta Asamblea la que ahora se llamará ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Encargada de legislar una nueva constitución para Francia que limite los poderes del rey. En dicha Asamblea, ya no hay división por estamentos, ahí debaten juntos clérigos, nobles empobrecidos y burgueses. Mientras las masas están a la espectativa de lo que suceda. El rey ya temeroso de esta Asamblea ordena disolverla y envía tropas a detener a sus integrantes. La Asamblea se defiende: ellos representan a la nación ya nadie puede sacarlos. Llaman al pueblo a defender a la nación de los abusos del rey. Y el pueblo responderá.
14 de Julio de 1789, masas enarcedidas en las calles, sin una dirección clara se dirigen a la prisión de La Bastilla para liberar a los prisioneros. Se enfrentan a la guardia del rey y la sangre comienza a regarse. CON LA TOMA DE LA BASTILLA SE INICIA LA REVOLUCIÓN. Aquel día esta prisión fue destruida y el pueblo celebró, era el símbolo del absolutismo. De inmediato las masas campesinas, entusiastas y desordenadas tomaron las haciendas y quemaron toda documentación con carga tributaria, se apoderaron de las tierras y asustaron a la nobleza. "EL GRAN MIEDO" sacudía a las provincias de Francia. El pueblo se ha levantado y la Asamblea debe controlar esto. Por un decreto el día 4 de agosto declaran formalmente "LA ABOLICIÓN DE LA FEUDALIDAD", ley para evitar más toma de tierras, para repartirla mejor. En el fondo la Asamblea comenzará a controlar a las masas, a evitar su desborde, a sabotear todo lo que verdaderamente pueda significar una revolución.
Se crea la GUARDIA NACIONAL para controlar las protestas y dirigir el "cauce normal" de la revolución, se da la LEY CHAPELLIERE para impedir las reuniones obreras y prohibir las asociaciones conspirativas. La Asamblea quiere controlar lo incontrolable. Se da una REFORMA RELIGIOSA en donde se expropian las tierras de la iglesia y se reserva para Francia la elección de los eclesiásticos. Roma deslinda con los revolucionarios. El rey intenta huir pero lo contienen. Mientras tanto las mujeres de Versalles se movilizan exigiendo comida frente al palacio del rey. En provincias se levantan los campesinos, las masas presionan a la Asamblea: exigen tierras y libertad. La Asamblea trabaja con prontitud para terminar de elaborar la constitución y poner fin a las revueltas.
En 1791, la Asamblea Constituyente ha terminado sus labores: se promulga la CONSTITUCIÓN DE 1791, con el prólogo redactado dos años atrás, que pasará a la historia por sus principios burgueses: LA PROCLAMACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO, en donde sentarán sus principios "naturales" ya mencionados por los ilustrados: libertad, igualdad, fraternidad y seguridad. Principios que la historia del capitalismo se ha encargado de reducir a su mínima expresión por no decir eliminarla. Es que esos principios en este contexto le sirve a la burguesía para unir a la población contra los abusos del rey, pero en modo alguno será algo permanente. Ni ellos mismos se lo creerían. El presionado rey Luis XVI firma la constitución pero no se resignará a ser controlado: buscará apoyo externo. La Asamblea Constituyente se transforma en ASAMBLEA LEGISLATIVA y se inicia un nuevo periodo en Francia: la MONARQUÍA CONSTITUCIONAL. Lo curioso de esto es que no todos podrán acceder a la nueva Asamblea: el voto seguirá siendo censitario o para los propietarios. El clero y la nobleza aceptan resignadamente esta realidad. Para la burguesía la revolución ha terminado, ya consiguieron su objetivo, "ya el rey está controlado". Para los de abajo, para las masas más pobres de Francia -totalmente descontentas con esta nueva realidad- la revolución recién está comenzando... (CONTINUARÁ)